Los riesgos de la alimentación cruda para perros de casa

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Paco Colmenares

Hace apenas unas semanas, la comunidad animalista y los seguidores de contenido pet friendly en redes sociales se estremecieron con la noticia de la muerte de Snoop the Dob, un dóberman conocido y querido en México por su presencia en plataformas digitales. Según reportes cercanos a su familia humana, su fallecimiento estuvo relacionado con complicaciones gastrointestinales derivadas del consumo de alimento crudo tipo BARF. Este caso no es aislado, pero ha puesto un rostro visible y trágico a una discusión que urge abordar con seriedad: ¿qué tan segura es la alimentación cruda para perros de casa en México?

¿Qué es la dieta BARF?

La dieta BARF (acrónimo en inglés de Biologically Appropriate Raw Food, es decir, alimento crudo biológicamente apropiado) promueve el consumo de carne cruda, huesos carnosos, vísceras, frutas y vegetales sin cocción ni tratamiento industrial. Sus defensores aseguran que esta es la forma “natural” de alimentar a los perros, replicando lo que sus ancestros, los lobos, habrían comido en estado salvaje.

Sin embargo, trasladar ese enfoque “ancestral” a perros de familia que viven en entornos urbanos, muchas veces sin supervisión veterinaria adecuada y dependiendo de cadenas de suministro comerciales, representa una serie de riesgos que no pueden ser ignorados.

Riesgos sanitarios de la proteína cruda

Uno de los peligros más evidentes de esta práctica es el consumo de proteínas crudas sin tratamiento térmico o químico. A diferencia de los humanos, los perros tienen un sistema digestivo que tolera cierta carga bacteriana, pero eso no significa que sean inmunes a patógenos como Salmonella, Listeria monocytogenes, Campylobacter o E. coli, todos potencialmente presentes en carne cruda. Estos microorganismos pueden causar infecciones graves en perros, pero también suponen un riesgo zoonótico: es decir, pueden transmitirse a los humanos, en especial a niños, personas inmunodeprimidas o adultos mayores que convivan con el animal.

En el caso de Snoop, su fallecimiento ha sido vinculado con la acumulación de pequeños trozos de huesos y hasta uñas de pollo, que si bien eran “molidas” en el alimento, el tamaño de los residuos era suficiente para no recorrer el tracto intestinal, incluso de un perro grande, de manera satisfactoria, y comenzaron a generar una obstrucción de gran peligro que acabaría con su vida.

La cadena fría en México: una debilidad estructural

La efectividad de cualquier dieta basada en alimentos crudos depende por completo de una cadena fría sólida, confiable y constante desde el sacrificio del animal de origen hasta el congelador del tutor. En México, esto representa un enorme desafío.

Gran parte del país carece de sistemas de refrigeración robustos, especialmente en pequeños negocios, servicios de entrega o puntos de venta alternativos donde se distribuyen productos BARF. La carne puede descongelarse y volver a congelarse varias veces sin que el consumidor lo detecte, lo cual propicia el desarrollo de bacterias patógenas que no se eliminan sin cocción.

Incluso si el producto llega congelado al domicilio, los mecanismos públicos de verificación sanitaria que deberían asegurar su manejo adecuado a lo largo del proceso son sumamente falibles, por lo que la confianza se deposita en el proveedor, muchas veces sin contar con certificados veterinarios, pruebas microbiológicas o trazabilidad de los ingredientes.

¿Sabemos de dónde viene la carne?

Otra preocupación crítica es la falta de información confiable sobre la procedencia de las proteínas utilizadas en alimentos BARF comerciales o artesanales. En México no existe una regulación específica que obligue a estas marcas a declarar de forma verificable el origen del animal del que proviene la carne: puede ser de rastros no regulados, subproductos de la industria cárnica destinados originalmente a consumo animal, animales enfermos o incluso carne decomisada.

El concepto de “natural” suele utilizarse como argumento de venta, pero no hay nada natural en alimentar a un perro con proteína animal que se cría y produce de manera industrual y que no ha sido inspeccionada por autoridades sanitarias, ni procesada para eliminar riesgos microbiológicos. Esta falta de trazabilidad expone al perro a enfermedades, alergias y problemas hepáticos o renales, especialmente si se usan vísceras de baja calidad o con residuos de fármacos.

El riesgo de los huesos y su mal procesamiento

Algunas dietas BARF incluyen huesos molidos o troceados, argumentando beneficios para la limpieza dental o el aporte de calcio. Sin embargo, esto abre un nuevo frente de riesgo.

Cuando los huesos no son molidos finamente con equipo industrial especializado, pueden conservar bordes afilados que causan desgarros en el tracto digestivo, obstrucciones intestinales o perforaciones. Aun cuando estén molidos, si el equipo es rudimentario o la mezcla es irregular, los fragmentos pueden variar en tamaño y representar un peligro invisible.

Además, muchos productos BARF no cuentan con empaques de grado alimenticio ni sistemas de vacío adecuados. Esto no solo afecta la conservación de los nutrientes, sino que permite el ingreso de oxígeno, humedad y bacterias, acelerando la descomposición del alimento.

Alimentación procesada: ¿una alternativa libre de riesgos?

No. Ningún alimento —incluyendo las croquetas— está exento de riesgos. Existen croquetas de mala calidad, con subproductos vegetales, proteínas de origen dudoso o exceso de carbohidratos. También hay casos de perros con reacciones alérgicas o intolerancias a ingredientes específicos en alimentos procesados. Sin embargo, lo que sí ofrece la industria de alimentos extrudizados (como las croquetas de buena calidad) es:

  • Procesos de cocción a alta temperatura que eliminan bacterias patógenas.
  • Formularios nutricionales desarrollados por veterinarios, zootecnistas y expertos en nutrición.
  • Estándares de producción regulados, en muchos casos bajo normas internacionales.
  • Lotes trazables y procedimientos de retiro en caso de contaminación.

En otras palabras, aunque no es un sistema perfecto, sí reduce significativamente los riesgos básicos inherentes al manejo de alimentos crudos.

La alimentación “natural”

Finalmente, cuando se usa el argumento de que lo mejor es una “alimentación natural como la de sus ancestros”, hay que recordar con el riesgo de ser muy obvios, que nuestros perros NO SON LOBOS, ni coyotes, ni zorros, ni perros salvajes africanos.

La conexión taxonómica con otros cánidos sirve de muy poco para comprenderlos y tratarlos correctamente después de miles de años de cambios fisiológicos y de comportamiento, pero aún si los quisiéramos comparar por alguna insistente (o necia) razón, eso no es un buen estándar.

La expectativa de vida de un lobo es de 6 u 8 años, y si bien ese número se ve reducido por hechos terribles como la cacería, el incremento de su expectativa en cautiverio sube dramáticamente por muchos factores, entre ellos, la inocuidad alimentaria, pues la alimentación en la naturaleza sin duda trae riesgo de enfermedades por este hecho.

Ojo, no por ello decimos que los lobos deberían vivir en cautiverio, con lo difícil que puede parecer la vida salvaje, esto forma parte del ciclo biológico y natural de los ecosistemas, pero ¡tu perro no es parte de un entorno salvaje o un equilibrio ambiental! ¿Por qué debería sufrir los riesgos de un animal que no es?

Una decisión que debe basarse en ciencia, no en modas.

La historia de Snoop the Dob no debe usarse para satanizar a quienes han optado por una dieta cruda creyendo que hacen lo mejor por sus perros. Muchas decisiones se toman con amor, pero no con suficiente información. Precisamente por eso, es necesario visibilizar los peligros y promover decisiones informadas, basadas en evidencia científica y en la realidad sanitaria del país.

Si estás considerando cambiar la alimentación de tu perro, consulta con un médico veterinario con experiencia en nutrición. Desconfía de promesas absolutas o influencers que promueven soluciones milagrosas. Alimentar bien a un perro va mucho más allá del tipo de comida: implica higiene, trazabilidad, conservación, control veterinario y responsabilidad.

@bestfriendsmx

🌈🐶 Hoy compartimos una historia triste que nos toca profundamente: @Snoop the Dob falleció tras consumir una dieta BARF (alimento crudo). Desde aquí, enviamos todo nuestro cariño y respeto a su tutora. 💔 Sabemos que muchas personas eligen esta dieta con amor. Este video no es para juzgar, es para informar. Porque cuando entendemos, prevenimos. 🧠 Infórmate, decide con ciencia y amor. #SnoopTheDob #DietaBARF #FalaciaNaturalista #TutoresResponsables #CienciaAnimal #BestFriendsMX

♬ sonido original – Best Friends Mx

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