Se acerca la versión más abrazable que Disney haya preparado, del experimento extraterrestre más poderoso, efectivo, divertido y musical en el universo, y no podemos negar que quienes convivimos con perros y gatos en casa, tenemos mucho de Lilo, la que sufre amar tanto a un ser tan bonito, gracioso, pero capaz de tanta destrucción, como Stitch.
“Este es tu nivel de maldad, es exagerado para alguien de tu talla”
Ningún perro ha salido en esos tonos azules intensos de 626, pero de hecho es bastante obvio el paralelismo que la casa del ratón hizo con los tutores de animales adoptados especialmente, y la enseñanza implícita sobre cómo deberíamos dejar de fijarnos en si nuestras familias o sus integrantes, son “perfectos”, para concentrarnos más en el potencial de éxito que tiene conformar nuestros círculos afectivos con integrantes diversos, diferentes, con equivocaciones y defectos, pero que comparten un amor y lealtad a toda prueba.
“Esta es mi familia, la encontré, estaba aquí. Es chiquita y rota, pero es buena”
Y al reflexionar sobre todo ese valor que tiene la cinta, no podemos dejar de preguntarnos ¿cuál de nuestras mezclas genéticas, las razas caninas, sería nuestro Experimento 626, nuestro Stitch?
Stitch es compacto físicamente, pero súper sólido. Aunque su pelo y estructura torácica redondeada le hacen parecer blando y suave, es sumamente fuerte. Es increíblemente inteligente, aprende de inmediato y usa todo lo que encuentra a su favor.
“¡Vocho pega mucho!”
Aprende a amar con facilidad, y quiere estar cerca de su familia, pero ante la menor provocación, o descuido en la firmeza de Lilo, es capaz de desatar una destrucción brutal e incontenible. Sus ojos son su mejor arma: negros y enormes en relación con su cabeza, le proveen una notable neotenia, es decir, el engaño de parecer más bebé, cachorro, inocente. Así que nuestro veredicto es: ¡Jack Russell!
Pero si quieres gestionar mejor el poder destructivo de tu Stitchinno canis familiaris, empieza aquí.
