Paco Colmenares
Para quienes vivimos convencidos de que los animales forman parte de nuestra familia, los integramos como tales y así los presentamos (no como mascotas), no nos resulta raro escuchar voces escépticas y sorprendidas porque pensemos así, en el menor de los casos, y alegatos escépticos, molestos o hasta indignados, en el peor.
Y algunas personas te dirán que el problema radica en que “otros como tú” hacen las cosas mal. Que hay quienes sueltan a sus perros de la correa en lugares públicos, que no levantan sus desechos, que los dejan ladrar todo el día. Y es en donde tú, nosotros, todos juntos, tenemos que aclarar que esos “otros” no son “cómo tú”, son como “los de antes”.
Podríamos decir que hoy en día hay dos formas de ver a los perros y gatos, con sus medios tonos entre una y otra, claro.
Por un lado, están quienes despersonalizan a los animales, porque aprendieron que ambos, perros y gatos, son todos más o menos iguales, asumiendo que todos se hacen en serie y responden o ignoran los mismos estímulos más o menos parejo.
Para ellos, los perros son “herramientas”, asistentes que tienen que hacer algo por ti siempre, y sólo necesitan “adiestramiento”, porque cosas como la etología, son tonterías y tratar de entenderlos, antes de “ordenarles”, es símbolo de debilidad; mientras los gatos deben ser “seres libres, porque son egoístas, no requieren mucha atención, es normal que no se acerquen y debemos dejarlos salir a la calle a cazar porque eso hace un gato”.
Por el otro lado estamos quienes vemos a los perros y gatos como miembros de la familia, ya sea que les llamemos “hijos” o no. Nosotros los consideramos seres individuales, para quienes no hay recetas generales y sabemos que debemos conocerlos bien de uno en uno, para saber lo que les viene mejor, disfrutan o les afecta negativamente.
Nosotros ni siquiera nos atrevemos a decir que dos perros de la misma camada son iguales, mucho menos creeríamos que un perro y un gato son parecidos.
No somos iguales
Entonces, aquellos que despersonalizan a los perros y gatos, no sólo son diferentes a nosotros, sino que son casi lo contrario.
Unos tienen perros o gatos porque “el niño quería mascotas”, otros porque quieren que sus hijos crezcan compartiendo la vida con animales. Unos creemos que el perro tiene derecho a la comodidad de nuestra casa, otros le ponen una casita en el patio, o sólo le echan una cobija en un rincón. Estas diferencias son el primer paso fundamental para, de inicio, ahorrarte discusiones estériles.
A quienes te pongan en el mismo saco que esos, los del “perro alfa” y el “gato cazador de calle”, diles que en tu casa los animales son parte de una familia, y que en la diferencia, encontrarán una evolución.
Tú, nosotros, la comunidad que se informa a este nivel, somos personas capaces de amar sin fijarnos en diferencias biológicas mínimas, somos FAMILIAS. Los otros, simplemente tienen “mascotas”.
¿Cómo decidir si la familia puede crecer? Aquí te ayudamos.